DSC01405.jpg

La fuente (plaza) de la herencia de las américas, San Juan, Puerto Rico

Descripción

La Fuente (Plaza) de la herencia de las Américas está compuesta por cinco grupos de estatuas localizadas en el Paseo de la Princesa en el Viejo San Juan. Las cinco estatuas fueron creadas por José Buscaglia Guillermety entre 1975 y 1976 y desconocemos cuando fueron erigidas. La estatua conocida como La herencia de la fe “representa la conquista espiritual de América. Dos monjes implantan la cruz en el nuevo mundo simbolizando así la cristianización de América.” En La herencia de la libertad, “la libertad, representada por la mujer heroica, es conducida y acompañada por el hombre símbolo de la voluntad del pueblo.” La herencia de sangre representa la “integración de las tres razas principales de América simbolizada por Ponce de León, la hermana del cacique Agüeybana y el negro Africano que posteriormente hace su aportación étnica-cultural al Nuevo Mundo.” En La herencia social “la sacerdotisa Ibérica, como madre simbólica del Nuevo Mundo y el conquistador español presentan al mundo a su hijo el criollo.” La sacerdotisa emula la Dama de Elche, escultura de Ibérica del siglo IV a.e.c. Por último, se encuentra La herencia de los valores culturales la cual “simboliza las manifestaciones mas elevadas del espíritu humano significadas en las cinco artes mayores, la arquitectura, la pintura, la escultura, la música, y la literatura.” La placa contiene un poema que recoge “la profética voz de la fuente,” que nunca se construyó, pero aun así figura en su nombre, la Fuente de la herencia de las Américas:

            CORRERE COMO RIOS AL CORAZON DEL MUNDO A NUTRIR TU HERENCIA

            CON MI FE MI SANGRE MI INTELECTO Y MI ANCESTRAL ORIGEN

            EN NOMBRE DE DIOS TODOPODEROSO TOME ESTAS TIERRAS

            PARA LUEGO DEDICARLAS AL DIVINO PRINCIPIO

            DE QUE TODOS LOS HOMBRES SON CREADOS IGUALES

AL COBIJO DE UN CANEY ARAHUACO, EUROPA Y AFRICA SU SANGRE DIERON

            Y DE HISPANA MATERNAL SU TRADICION HEREDAS

            A TI TE ENTREGO LO MAS NOBLE DEL VIEJO Y NUEVO MUNDO

            EL FUTURO ESPERA EN TI LA CLAVE A SU DESTINO

Contexto

Desconocemos cuando fue erigido el monumento, pero las estatuas fueron esculpidas entre 1975 y 1976. Su diseño fue ideado por varias figuras prominentes de la intelectualidad cultural puertorriqueña como el artista e historiador Dr. Osiris Delgado, Washington Llorens, y Aurelio Tio. Entre los benefactores se encuentra la Fundación Fonalledas y la Fundación Ferré, dos de las familias mas ricas y poderosas de Puerto Rico. La primera familia está claramente vinculada al Partido Republicano de Estados Unidos y al Partido Nuevo Progresista de Puerto Rico, mientras que la segunda son los descendientes del primer gobernador estadista de Puerto Rico, Luis A. Ferré (1969-1973).

Crítica

El monumento fue construido con el auspicio de diversos sectores ideológicos del país. Además de contar con el apoyo de estadolibristas y estadistas, el monumento fue esculpido e ideado por el escultor independentista (y posiblemente nacionalista) José Buscaglia Guillermety. El monumento reproduce el discurso de mestizaje harmonioso establecido por el Partido Popular Democrático (PPD) y el Instituto de Cultura Puertorriqueña (ICP) en los 1950s. Durante esta época, Luis Muñoz Marín, el primer Gobernador (1949-1965) electo de Puerto Rico, intentó definir la identidad puertorriqueña como la mezcla de Taínos, Españoles, y Africanos para así fortalecer el recién establecido Estado Libre Asociado (1952). La narrativa de mezcla harmoniosa creaba la ilusión de consenso y diferencia que necesitaba el PPD para legitimar la “soberanía” puertorriqueña en relación con Estados Unidos. Creaba una identidad de colaboración pacífica que sostenía los cimientos consensuales de la nueva relación política y a la misma vez distinguía a lxs puertorriqueñxs de los estadounidenses. 

Varias autoras han señalado como el discurso de mestizaje promovido por el ICP y su presidente, Don Ricardo Alegría (1921-2011), invisibiliza la negritud convirtiéndola en una reliquia del pasado, desvanecida y diluida en una identidad puertorriqueña predominantemente blanqueada (Dávila, 1997; Godreau, 2015; Godreau et al., 2008; Jiménez Román, 2019[2001]; Lloréns and Carrasquillo, 2008; Géliga Vargas et al., 2007). Además, el discurso de mestizaje oculta la violencia y el genocidio de la conquista y colonización a favor de una narrativa benévola de colaboración. Basta escuchar las palabras de Alegría para entender este proceso:

Mucha gente se burló, por primera vez veían al negro equiparado a las otras dos razas; llamó mucho la atención en esos años. En Puerto Rico se hablaba siempre de la herencia hispánica, se olvidaban los otros dos ingredientes. Pero yo tenía una formación antropológica y lo veía de otra manera. Nuestra nacionalidad es producto de un mestizaje de cinco siglos entre el indio, el español blanco y el negro. Cada uno contribuye. La huella del indio es menor, de índole biológica y cultural; el negro aporta la riqueza con su trabajo y el español una cultura más compleja y elaborada. Los tres se integran armoniosamente. Un puertorriqueño puede ser rubio y blanco, pero su cultura tiene también una raíz africana. (Hernández, 2002, p. 171)

En la década de 1950, celebrar y resaltar la negritud era sin lugar a duda un acto subversivo y como resalta Alegría, no fue recibido con mucho entusiasmo por la sociedad puertorriqueña. Sin embargo, hoy en día este discurso se queda corto y los monumentos al mestizaje en Puerto Rico (hemos identificado 9) fetichizan la negritud y lo convierten en un elemento complementario. La ilusión de armonía racial e igualdad oculta no solo las injusticias del pasado si no también minimiza el racismo sistémico del presente. Le resta importancia a la necesidad de generar diálogos posiblemente incómodos sobre estos temas y buscar reconciliación y justicia social tangible, en vez de descansar en lo puramente simbólico.

La herencia de la fe presenta la cristianización de Puerto Rico como un logro equiparado con las artes de La herencia de los valores culturales y la libertad de La herencia de la libertad que se encuentran en el mismo pedestal. En esta última vemos a un hombre “símbolo de la voluntad del pueblo” conduciendo a la mujer, símbolo de la libertad. La voluntad del pueblo y la dirección que debe seguir la libertad femenina es determinada por la masculinidad. Esta perspectiva patriarcal la podemos ver además en La herencia social y en el poema que aparece en la placa (reproducido arriba) ya que ambos claramente presentan a España como la tradición maternal. En La herencia de la sangre, el hombre es el conquistador y colonizador de Puerto Rico, Juan Ponce de León, pero la mujer es identificada solamente como la hermana del cacique Agüeybana. La mayoría de lxs puertorriqueñxs saben que el nombre de esta mujer es Guanina ya que su leyenda forma parte del folklor puertorriqueño que se enseña en escuelas primarias y secundarias. El hecho de que escogieron a Guanina es muy revelador ya que esta representa la fidelidad a España y el amor a lo hispano. Guanina no participó de la rebelión taína de 1511 y se negó a traicionar a su marido y captor Cristóbal de Sotomayor, convirtiéndose así en un árbol al rehusar abandonar el cuerpo muerto de su esposo. En la traducción al Inglés provista por Buscaglia en su página oficial, éste hace mención del guaitiao, una ceremonia entre caciques donde intercambiaban nombres para simbolizar la paz, colaboración, y la alianza. Por ende, La herencia de la sangre proyecta el mestizaje como una colaboración entre pueblos equivalentes que intercambian culturas consensualmente. Como se ve en la mayoría de los monumentos al mestizaje en Puerto Rico, el elemento Taíno es comúnmente representado como mujer para resaltar un vínculo maternal que evoca cariño y paz, cualidades comúnmente asociadas con los Taínos por los cronistas e historiadores.

En La herencia de la sangre la raíz africana es representada por un niño negro y anónimo. Esto sugiere que la negritud se dio posteriormente a la primera raíz, lo taíno, y a la segunda raíz, lo español. También sugiere que el elemento africano es menos desarrollado y maduro. En casi todos los monumentos al mestizaje en Puerto Rico se ve claramente la idea de que los españoles trajeron la civilización, y La fuente de la herencia de las Américas no es excepción ya que privilegia la hispanidad. La herencia social presenta el niño criollo al mundo, al niño nacido en América, como hijo de un conquistador y una sacerdotisa Ibérica. Incluso, en la página oficial de Buscaglia aparece esta estatua traducida por el autor como Hispanic Heritage en vez de The social heritage. Mientras que a un lado de la plaza vemos La herencia de la sangre y la narrativa de mestizaje dominada por la figura de Ponce de León, La herencia social (Hispanic heritage) abandona la mezcla harmoniosa y establece al criollo como blanco e hijo de España. Mientras que culturalmente lxs puertorriqueñxs son presentados como una mezcla, racialmente son hijos (e hijas) de España. La sacerdotisa guarda un parecido inconfundible con la Dama de Elche, una escultura Ibérica de siglo IV a.e.c. que representa la cultura fundacional de los españoles. La utilización de este símbolo pre-Románico y pre-Cristiano sugiere que la raíz de la identidad puertorriqueña se extiende más allá del legado hispano y que compartimos con los españoles la misma civilización originaria. Nuestro legado se extiende más allá de 1492 y la España de los Reyes Católicos hasta la antigüedad. Este legado eventualmente se extiende hasta la Ilustración ya que Buscaglia comenta que La herencia de la libertad representa la libertad democrática y el florecimiento “en suelo Americano de las ideas liberales de la Ilustración europea.”

De los 5 grupos escultóricos que se encuentran en este monumento, cuatro claramente privilegian la raíz española de nuestra identidad colectiva. El apoyo de diversos sectores políticos e ideológicos a esta concepción demuestra que la hispanofilia y el Eurocentrismo constituyen un denominador común entre las elites del país. No importa las diferencias que tengan sobre la relación de Puerto Rico con Estados Unidos, todos están de acuerdo. Los puertorriqueños son esencialmente y principalmente españoles con pocos elementos africanos y taínos diluidos en su identidad mezclada. El Gobernador estadolibrista Rafael Hernández Colón lo resumió perfectamente en un discurso que impartió en el 1992:

En realidad, la sociedad que hoy existe en las Antillas es, en gran medida, heredera directa del patrimonio español. Los nativos fueron prácticamente borrados del censo y los africanos, que luego siguieron, fueron asimilados de una manera casi total por la cultura dominante. De manera que, en modo alguno, a nosotros, los puertorriqueños, nos es dable reivindicar esa adscripción retórica a un remoto pasado amerindio, o a una africanidad, aun siendo un componente valioso de nuestro ser nacional. Cualquiera que sea el color de nuestra piel, el signo de nuestra cultura —lengua, religión, valores, percepciones, idiosincrasia— es esencialmente español. Nosotros debemos exhibir un gran interés en descifrar las claves culturales de aquellos moradores, pero el ademán razonable con que tenemos que aproximarnos a esa historia, debe ser parecido al de los españoles que excavan la costa mediterránea en busca del fabuloso reino de Tartessos. Tan incongruente resultaría para un español de nuestros días buscar sus raíces en los desconocidos pueblos ibéricos, o en las pinturas rupestres de Altamira, como para nosotros asomarnos con emoción patriótica a los petroglifos de Utuado. (Hernández Colón, 1992, pp. 2-3)

Hernández Colón declara que Puerto Rico es predominantemente español, y rechaza buscar nuestra identidad en el pasado indígena y africano ya que estos grupos o fueron “borrados” y “asimilados de una manera casi total.” Irónicamente La fuente de la herencia de las Américas representa la madre patria utilizando símbolos de la antigüedad europea, demostrando así como algunos siguen buscando sus “raíces en los desconocidos pueblos ibéricos.” Aunque coincido con su rechazo al retorno ancestral, la postura monolítica, hispanófila, y simplista del exgobernador, al igual que el monumento reseñado, reflejan la ideología dominante de su partido y de las elites puertorriqueñas. Intentan definir y encajonar algo que debe permanecer para siempre indefinible e incompleto. 


the fountain (plaza) of the heritage of the americas, san juan, pr

Description

The fuente (plaza) de la herencia de las Américas (The fountain of the heritage of the Americas) consists of five sculptural groups located in the Paseo de la Princesa in Old San Juan. They were sculpted by José Buscaglia Guillermety between 1975 and 1976 yet we do not know when they were erected. The statue known as La herencia de la fe (The heritage of faith) “represents the spiritual conquest of America. Two monks implant the cross in the new world, symbolizing the Christianization of America.” In La herencia de la libertad (The heritage of liberty) “liberty is represented by the heroic woman who is lead and accompanied by man, symbol of the will of the people.” La herencia de la sangre (The heritage of blood) represents “the integration of the three principal races of America symbolized by Ponce de León, Agüeybana’s sister and the black African that later made its ethno-cultural contribution to the New World.” In La herencia social (The social heritage) “the Iberian priestess, symbolic mother of the new world and the Spanish conquistador present their creole-son to the world.” The priestess emulates the Dama del Elche (Lady of Elche), an Iberian sculpture from the fourth century BCE. Lastly, there is La herencia de los valores culturales (The heritage of cultural values) which “symbolizes the most elevated manifestations of the human spirit, represented in the five major arts, architecture, paint, sculpture, music and literature.” The plaque of the monument includes the following poem which encapsulates “the prophetic voice of the fountain” that was never constructed, but nonetheless continues to figure into the monuments name, The fountain of the heritage of the Americas:

I WILL RUN LIKE RIVERS TO THE HEART OF THE WORLD TO NURTURE YOUR HERITAGE

            WITH MY FAITH MY BLOOD MY INTELLECT AND MY ANCESTRAL ORIGIN

            IN THE NAME OF GOD-ALLMIGHTY I TOOK THESE LANDS

            TO LATER DEDICATE THEM TO THE DIVINE BEGINNING

            THAT ALL MEN ARE CREATED EQUAL

TO THE SHELTER OF AN ARAHUACAN CANEY (INDIGENOUS HOUSE), EUROPE AND AFRICA GAVE THEIR BLOOD

            AND FROM HISPANIC MATERNITY HER TRADITION YOU INHERIT

            TO YOU I BEQUEATH THE MOST NOBLE OF THE OLD AND NEW WORLD

            THE FUTURE LOOKS TO YOU FOR ITS KEY TO THE FUTURE        

Context

We have not been able to identify when this monument was erected but the statues were sculpted between 1975 and 1976. The monument was designed by prominent figures of Puerto Rico’s cultural elite such as artist and historian Dr. Osiris Delgado, Washington Llorens, and Aurelio Tio. Two of the most powerful and rich families on the Island appear as patrons through their respective foundation; the Fonalledas Foundation and the Ferré Foundation. The former is clearly linked to the Republican Party of the United States and to the local pro-statehood New Progressive Party of Puerto Rico, while the latter are the descendants of Puerto Rico’s first pro-statehood Governor, Luis A. Ferré.

Critique

The monument was built with the sponsorship of diverse ideological factions of the island. Not only was the monument backed by supporters of statehood and commonwealth political status, but it was sculpted by José Buscaglia Guillermety, a pro-independence (and possibly nationalist) sculptor. The monument reproduces the discourse of harmonious mixture or mestizaje established by the PPD and the Institute of Puerto Rican Culture (ICP) in the 1950s. During this time, Luis Muñoz Marín, Puerto Rico’s first elected Governor (1949-1965), attempted to define Puerto Rican identity as the mixture of Taínos, Spanish, and Africans in order to strengthen the recently established Estado Libre Asociado (Commonwealth) of Puerto Rico. The narrative of harmonious mixture created the illusion of peaceful consensus that the PPD needed to legitimize the newly founded “sovereignty” it had gained in relation to the United States, while at the same distinguishing Puerto Ricans as a separate nation.

Various authors have pointed out that the discourse of mestizaje promoted by the ICP and its president, Don Ricardo Alegría, obfuscated blackness and turn it into a relic of the past, a fading and diluted feature of a predominantly white Puerto Rican identity (Dávila, 1997; Godreau, 2015; Godreau et al., 2008; Jiménez Román, 2019[2001]; Lloréns and Carrasquillo, 2008; Géliga Vargas et al., 2007). The discourse of mestizaje conceals the violence and genocide of the conquest and colonization of the Americas in favor of a benevolent narrative of collaboration. Alegría’s own words reflect this process:

Many people mocked us, for the first time they saw the negro equated with the other two races; during that time, it garnered a lot of attention. In Puerto Rico it was very common to speak of Spanish heritage, they forgot about the other two ingredients. But I had an anthropological formation and saw it in a different way. Our nationality is a product of five centuries of mestizaje between the Indian, the white Spaniard and the negro. Each one contributes. The Taino’s footprint is less, it is of a biological and cultural nature; the negro contributes the richness with his work and the Spaniard contributes a more complex and elaborate culture. All three harmoniously integrate together. A Puerto Rican can be blond and white, but his culture also possesses an African root. (Hernández, 2002, p. 171)

Celebrating blackness in the 1950s was without a doubt a subversive act and as Alegría stated, it turned a lot of heads. Nonetheless, nowadays this discourse falls short and the monuments to mestizaje in Puerto Rico (we have identified 9 so far) fetishize blackness and render it a complimentary piece to a predominantly white identity. By creating the illusion of racial harmony and equality, they conceal not only past injustices but also present-day systemic racism. It downplays the need for generating possibly uncomfortable but necessary dialogue, and seeking reconciliation and real social justice, instead of resting on the purely symbolic. 

The heritage of faith presents the Christianization of Puerto Rico as an achievement equivalent to the arts of The heritage of cultural values and the liberty of The heritage of liberty which are found on the same pedestal. In this last one we see a man “symbol of the will of the people” guiding a woman, symbol of liberty. The will of the people and the direction which female freedom should take is determined by the masculine populace. This patriarchal perspective can also be seen in The social heritage and in the poem that appears on the plaque (reproduced above) since both clearly present Spain as Americas’ motherland. In The heritage of blood, the male figure is Juan Ponce de León, conqueror and colonizer of Puerto Rico, yet the woman is merely referred to as the chief or cacique Agueybana’s sister. The majority of Puerto Ricans know that her true name is Guanina since her story is part of popular folklore and is taught in schools throughout the Island. The fact that they chose Guanina is quite revealing as she represents Spanish fidelity and Hispanic appreciation. Guanina did not participate in the Taíno rebellion of 1511 and she refused to betray her husband and Spanish captor, Cristóbal de Sotomayor, culminating in her transmutation into a tree as she refused to abandon his slain body. In the English translation of this statue provided by Buscaglia on his official website, he mentions the guaitiao, a ceremony between caciques where leaders exchanged names to symbolize peace, collaboration and a new alliance. Thus, The heritage of blood projects mestizaje as a collaboration between equal civilizations who consensually agreed to exchange cultures. As can be seen in the majority of monuments to mestizaje, the Taíno element is commonly represented through a female body in order to highlight Puerto Rico’s maternal indigenous root, thus evoking peace and endearment, qualities commonly associated with the Taínos by chroniclers and historians.

In The heritage of blood the African root is represented by a black anonymous child. This suggests that blackness is the third sequential root which came after the Taíno and Spanish parts of identity. This also suggests that the African element is less developed and mature. In almost every monument to mestizaje in Puerto Rico we can clearly see the notion that the Spaniards introduced civilization, and this monument is no exception as it privileges Hispanic heritage. The social heritage presents the creole child to the world , the child born in the Americas, as the son of a conquistador and an Iberian priestess. In fact, on Buscaglia’s official website he translates this statue as Hispanic heritage instead of literally as The social heritage. While on one side of the plaza we can appreciate The heritage of blood and the script of mestizaje dominated by the figure of Ponce de León, Hispanic heritage (The social heritage) abandons the harmonious mixture and defines the creole as a white male Spaniard. While culturally Puerto Ricans are depicted as a mixture, racially they are the sons (and daughters) of Spain. The priestess is undoubtedly influence by the Dama de Elche, a Fourth century sculpture of the Iberian People who inhabited the peninsula before its Roman conquest. The utilization of this important pre-Romanic and pre-Christian Spanish symbol suggests that the roots of Puerto Rican are much deeper than Hispania. Our ancestral legacy extends far beyond 1492 and the Spain of the Catholic Kings and into antiquity. This legacy thus commences in ancient times and reaches the Enlightenment since Buscaglia’s The heritage of liberty represents democratic freedom and the flourishment “in American soil of the liberal ideas of the European age of Enlightenment.”

Of the five sculptural groups found in this monument, four clearly privilege the Spanish root of our collective identity. The support provided by various political and ideological sectors to this Eurocentric conception of Caribbean identity demonstrates that hispanophilia and Eurocentrism constitute a common denominator among local elites. Defenders of independence, statehood, and commonwealth statuses all converge in celebrating Puerto Rican identity as predominantly Spanish with minor Taíno and African elements diluted into its blend. Pro-commonwealth Governor Rafael Hernández Colón (1973-1977, 1985-1993) summed it up perfectly in 1992:

The truth is that society that exists today in the Antilles has been to a great extent inherited through Spanish heritage. The natives were practically erased from the census, and the Africans that followed were assimilated almost completely by the dominating culture. So in no way can we, the Puerto Ricans, vindicate that rhetorical ascription to a remote American Indian past or to Africanism, even if they are a valuable component of our nation al identity. Whichever may be the color of our skin, the sign of our culture-language, religion, perceptions, and idiosyncrasy-is Spanish. (cited and translated by Godreau, 2015, p. 127) We should exhibit great interest in deciphering the cultural codes of those residents, but the reasonable adamancy with which we need to approximate that history, should resemble that of the Spaniards who excavate the Mediterranean coast in search of the fabulous kingdom of Tartessos. It would be as incongruent for a modern day Spaniard to search for his roots in the unknown cultures of the Iberians, or in the rupestrian paintings of Altamira, as it would be for us to gaze emotionally and patriotically at petroglyphs in Utuado. (Hernández Colón, 1992, pp. 2-3, translation my own)

Hernández Colón declares that Puerto Rico is predominantly Spanish, and he rejects the search for  our identity in an Indigenous and African past since these groups were either “erased” or “assimilated almost completely.” Ironically The Plaza of the heritage of the Americas represents the motherland utilizing ancient European symbols, thus demonstrating how many continue to search for our “roots in the unknown cultures of the Iberians.” Though we agree with the exgovernors rejection of the search for ancestral origins, his monolithic, hispanophile, and simplistic appreciation, along with the monument we have just discussed, reflect the dominant ideology of his party and of elites in Puerto Rico. They attempt to define and encapsulate something that should forever remain undefinable and incomplete.


Referencias y lecturas sugeridas / References and further readings

https://www.icp.pr.gov/emblema/

http://www.josebuscaglia.com/plaza.americas.html

https://centroca.hunter.cuny.edu/index.php/Detail/objects/20386

https://www.culturagenial.com/es/la-dama-de-elche/

http://www.rafaelhernandezcolon.org/mensajes/Mensajes1988TomoI.pdf

Dávila, A. (2019 [2001]). Local/diasporic Taínos: Towards a cultural politics of memory, reality and imagery. In G. Haslip-Viera (Ed.) Taíno revival: Critical perspectives on Puerto Rican identity and cultural politics (33-54). Markus Wiener Publishers.

Dávila, Arlene. (1997). Sponsored identities: Cultural politics in Puerto Rico. Temple University Press.

Géliga Vargas, J. A. (2011). Afro-Puerto Rican oral histories: A disruptive collaboration. Collaborative Anthropologies, 4(1), 90–118. https://doi.org/10.1353/cla.2011.0003

Géliga Vargas, J. Rosas Nazario, I., and Delgado Hernández, T. (2007). Testimonios afropuertorriqueños: Using oral history to (re)write race in contemporary Puerto Rico. Sargasso 1: pp. 115-130.

Godreau, I. (2015) Scripts of blackness: race, cultural nationalism, and U.S. colonialism in Puerto Rico. University of Illinois Press.

Godreau, I. P., Reyes Cruz, M., Franco Ortiz, M., & Cuadrado, S. (2008). The lessons of slavery: Discourses of slavery, mestizaje, and blanqueamiento in an elementary school in Puerto Rico. American Ethnologist, 35(1), 115–135. https://doi.org/10.1111/j.1548-1425.2008.00009.x

González, J. L. (1980). El país de cuatro pisos y otros ensayos. Ediciones Huracán.

Hernández, C. D. (2002). Ricardo Alegría: Una vida. Editorial Plaza Mayor.

Hernández Colón, R. (1988). Mensajes: Hon. Rafael Hernández Colón, Gobernador del Estado Libre Asociado de Puerto Rico, Tomo I.

Jiménez Román, M. (2019 [2001]). The Indians are coming! The Indians are coming!: The Taíno and Puerto Rican identity. In G. Haslip-Viera (Ed.) Taíno revival: Critical perspectives on Puerto Rican identity and cultural politics (101-138). Markus Wiener Publishers.

Lloréns, H., & Carrasquillo, R. E. (2008). Sculpting blackness: Representations of black-Puerto Ricans in public art. Visual Anthropology Review, 24(2), 103–116. https://doi.org/10.1111/j.1548-7458.2008.00008.x

Torres, A. (1998). La gran familia puertorriqueña ‘ej prieta de beldá’ (The great Puerto Rican family is really black). In A. Torres and N. Whitten (Ed.), Blackness in Latin America and the Caribbean: Eastern South America and the Caribbean, pp. 286-306. Indiana University Press.


 
 

Previous
Previous

La formación del pueblo puertorriqueño / The formation of the Puerto Rican people - MANATÍ, Puerto Rico

Next
Next

Estatua de Cristóbal Colón / Statue of Christopher Columbus - Aguada, Puerto Rico