• Cartografía y mapas

    • Desplazamiento histórico y contemporáneo

    • Patrimonio y National Park Service

    • Negros libres, esclavizados, y cimarrones

    • Historia de las mujeres trabajadoras

    • Historia indígena

    • Reformas borbónicas

    • Guerra hispanoamericana (1898)

    • Militarización (española y estadounidense)

    • Roles de género

    • Afrodescendencia y ancestralidad

    • Horticultura urbana

    • Bomba puertorriqueña

* Solo podemos acomodar un máximo de 30 adultos a la vez, divididos en tres grupos.

Las murallas que rodean a la ciudad de San Juan fueron erigidas originalmente para proteger a sus residentes de numerosas amenazas del extranjero; bucaneros franceses, flotas inglesas, y corsarios holandeses amenazaban la hegemonía española en las Américas. Pero las murallas no solo mantuvieron forasteros a distancia, sino se convirtieron en una frontera interna entre lo deseable y lo indeseable.

Demarcaron los límites de la (otre)dad y la (sub)alteridad, una zona fronteriza entre la vida y la muerte. Las murallas controlaban el acceso a la sociedad, y además de mantener a personas Indígenas y piratas protestantes en la raya, apartó a los enfermos y a los infectados, a los animales descuartizados, los cadáveres en descomposición, los pobres y criminalizados, en fin todo lo antihigiénico a las afueras de la ciudad. Este (des)vío explora la historia de dos barrios localizados en la periferia del Viejo San Juan; Ballajá y la Perla. El primero albergó la clase trabajadora de la ciudad, particularmente mujeres, y dejó de existir a mediados de siglo XX. La segunda, se formó al lado de un fuerte de la cual deriva su nombre, un matadero, un cementerio, un centro de cuarentena, y un hospital de tuberculosis.

Este (des)vío explora legados de desplazamiento y marginalización a través de historias orales de resistencia en los márgenes de otra parada más a lo largo de la economía del visitante caribeño. La Perla es una zona fronteriza que cobró vida rodeado por instituciones de muerte. Acompáñanos para aprender junto a sus residentes como este barrio continúa desafiando sus estigmas sociales a través de arte, música, cultura, y trabajo comunitario, un (des)vío que va más allá del turismo (des)pacito.

Este (des)vío fue diseñado junto a miembros de la comunidad de la Perla y ha sido autorizado por miembros de su Junta de Residentes. En Memoria (De)colonial promovemos una economía responsable y sustentable del visitante y por esta razón, una parte de su contribución será (re)dirigida a organizaciones e iniciativas comunitarias de la Perla. 

* Solo podemos acomodar un máximo de 30 adultos a la vez, divididos en tres grupos.

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San Juan (de)colonial: Interrogando patrimonio y puertorriqueñidad